Hace 8 años visionamos la necesidad de organizarnos y dar inicio a este proyecto de integración entre las comunidades rurales en torno al Agua; bien que considerábamos propio e inagotable. Eran aquellos días en los que comenzábamos a sentir los efectos del cambio climático y sus fenómenos naturales, los cuales nos generaron preocupación por nuestro futuro y el de nuestras familias.
El excelente trabajo que realiza el Secretariado Diocesano de Pastoral Social de la Diócesis de Socorro y San Gil, fue el que nos motivó a capacitarnos para constituir las Asociaciones de acueductos comunitarios en algunas parroquias de las provincias Guanentina y Comunera. En este primer paso, encontramos líderes interesados en la consolidación de las asociaciones, y una comunidad motivada por conocer las normas que el gobierno nacional viene implementando para la prestación del servicio de agua en la población tanto urbana como rural.
Al constituirnos como Asociación de Suscriptores del Acueducto Rural de nuestra vereda, le dimos vida jurídica y representación legal a esa pequeña organización, haciéndonos visibles ante el Estado Colombiano, las autoridades locales y ante los mismos usuarios, quienes suscribieron unos estatutos, normas y reglamentos que facilitan la interrelación entre los miembros de la comunidad, que se benefician del servicio de agua. Así mismo, las asociaciones se convirtieron en personas jurídicas ante la DIAN y las Autoridades Ambientales. Esto nos generó algunas obligaciones tributarias que son nuevas para nosotros, pero nos dieron la seguridad y la tranquilidad de ser los propietarios de nuestros Acueductos Veredales ante el Estado.
En la mayoría del territorio Colombiano, el sector rural no cuenta con acceso al Agua potable, y nuestras provincias – Guanentina y Comunera – no son la excepción, por esta razón, los asociados de los acueductos iniciamos la búsqueda de un sistema que nos permitiera potabilizar el agua en nuestros hogares de una forma sencilla y acorde a los mínimos recursos con que la mayoría de los hogares rurales cuentan, y hallamos el sistema de los “Arcifiltros”, el cual nos ha resultado muy efectivo para tener agua potable en nuestra propia casa.
Este largo periodo de capacitación ha sido posible gracias al Convenio MISEREOR – SEPAS, con su permanente apoyo ha fortalecido las 155 Asociaciones de Acueductos Rurales existentes en las 2 provincias, y ha permitido integrar a aproximadamente 7.000 familias, que juntas integran la Red Regional Agua para la Vida, cuyo propósito es la conservación del agua como un Don de Dios, un Derecho Humano Fundamental y un Bien Común.
Hoy nos sentimos felices y orgullosos de saber que hemos logrado constituirnos como una Red Regional. Nuestra misión es seguir avanzando en el fortalecimiento comunitario de las asociaciones y que desde estas – que son la base fundamental de la Red – se trabaje en la protección del medio ambiente, siendo conscientes que el agua es un recurso único y que se agota, pues de él depende nuestra supervivencia. Son muchos retos los que nos quedan por superar y estamos dispuestos y preparados para hacerlo, ya que con el apoyo de nuestras comunidades veredales y la buena voluntad de la iglesia diocesana, lo conseguiremos.
¡Gracias a Todos!
Cada árbol que sembramos, cada bosque que protegemos, cada río que aumente y conserve su caudal gracias a nuestro trabajo, llevará el nombre de quienes hoy encendemos esta luz para bien de la humanidad.
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